Sacerdotes humanos y sensibles, vocación y milagro.

No quiero desaprovechar la oportunidad de escribir sobre esto, ahora que traigo el “sentimiento fresco”. Soy una ferviente católica que cree en los milagros, no sólo milagros prácticamente inesperados y científicamente no posibles; creo en los milagros del día a día, creo en el milagro de la vida, creo en el milagro de una sonrisa, creo en el milagro de una mirada; pero no creo en ellos por sí mismos, sino porque son reflejo de la humanidad, es decir de lo que somos como seres humanos: seres de amor, seres que nacimos para amar y ser amados (tal como “el Yisus” ya lo dijo).

He de confesar mi hartazgo por las aberraciones que también hacemos como seres humanos, ¡es lógico! somos seres libres y la libertad es parte del amor también; sin embargo, la falta de sentido de vida (no saber hacia qué dirigirse) y la jerarquía de valores que cada uno de nosotros tenemos, nos hacen preferir diferentes situaciones de vida, por lo tanto hay quienes creen que acabar con una religión, un grupo de personas y demás ejemplos variados, son lo mejor para los demás…o en gran parte de las ocasiones, sólo para ellos mismos. Estamos inmersos en un mundo de egoísmo, donde únicamente importa el deseo de cada uno y por lo mismo se pisotea el deseo e incluso derechos de los demás ¡y qué decir de su dignidad! por ello el consumismo, los estereotipos de belleza y tantas otras cosas, tienen una aceptación considerable por la mayor parte de la gente, a pesar de las campañas de algunas instituciones o independientes, en redes sociales, con videos muy buenos para no caer en ellos.

Por ello es importante tener un referente respecto a lo que se quiere hacer o más bien, hacia lo que se quiere SER, pues de nada sirve pregonar ser alguien, si no se predica con el ejemplo. Para mí, algunos referentes son claramente de corte religioso, amo a mis papás y su relación matrimonial, la neta me veo trabajando para Dios a lado de mi futuro esposo; amo a una tía de Michoacán, para mí un ejemplo de mujer como hija, madre, esposa y tía, que transmite esa fuerza de empuje, alegría, ganas de trabajar y ¿por qué no? también de familia. Soy admiradora de mi jefe, un hombre líder, bastante capaz y comprometido con su trabajo, familia y profesión. Aspiro a todo eso. Pero admiro también a los sacerdotes.

Es cierto que hay sacerdotes no muy aceptados por la sociedad y hay sacerdotes que se dejan llevar más por el lado meramente humano, pero de ellos no quiero hablar, ya El Señor se encargará; por ahora, quiero hablar de aquéllos que reconociendo su humanidad saben que necesitan de Dios, no sólo porque están trabajando para Él, sino porque como meros seres humanos, lo necesitan, lo necesitamos.

Hoy visité a un sacerdote, el objetivo era laboral; sin embargo fui yo quien salió de la cita conmovida y convencida, por ello quiero hablar de esto. Hay teorías muy buenas respecto la intuición, pero nada mejor que una intuición iluminada por el Espíritu Santo (tercera persona de la Santísima Trinidad= Dios). Hoy lo comprobé. A pesar de que mi situación personal, económica y laboral es buena (lo que a la mayoría preocupa, porque satisface necesidades básicas), es en el área espiritual donde no me encuentro muy bien y eso me ha estado machacando la cabeza. El sacerdote que hoy visité lo intuyó sin que yo le comentara una sola palabra al respecto, comenzó con preguntas sobre mi edad y situación civil, supo hacer las preguntas adecuadas y recomendaciones para calmar algunas inquietudes. La entrevistada fui yo. Llegó a fibras muy sensibles porque habló no sólo desde el corazón, sino desde la inspiración divina. Fue justo lo que necesitaba escuchar, ¡ojo! no lo que yo quería oír.

Es común que nos alejemos de personas o situaciones porque nos enfrentan a nuestra realidad y nos topamos con que hemos cometido errores, pero el darse cuenta es el primer paso. Yo he evitado la figura de un sacerdote. Encontrarme (que viene del Encuentro) con el sacerdote de hoy me ha ayudado a ver que quiero seguir nutriéndome de lo que Dios ha pensado para mí (a pesar de que el futuro aparente ser incierto), pero lo que me llenó de más asombro fue el notar la sensibilidad que tuvo para indagar y aconsejar, y estoy segura que como él, debe haber más sacerdotes. Vi el milagro de la respuesta de Dios a través de él. Por eso su vocación es un Sacramento.

Lectores conocidos y no conocidos, me gustaría invitarlos a estar abiertos a encontrarse con otros, a decir un hola en las escaleras del edificio, a sonreir a quien te abre la puerta e incluso a quien no; a tener un referente de vida, a acercarse a alguna religión, bueno, la verdad me gustaría que conocieran más del catolicismo y que se quiten prejuicios, a conocer de verdad antes de emitir un juicio y quién sabe, tal vez un sacerdote los guíe a donde están necesitados llegar, a donde están llamados a llegar. Los invito también a hacer oración por todos ellos, lo necesitan.


Dios los siga bendiciendo…o más bien, déjense seguir bendiciendo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Reflexiones de España 2022.

Las ventajas de bajar la guardia.

¿Dónde están sus padres?