De perseverancia te debo aprender.


Hace una semana vi la culminación de uno de los proyectos más importantes para una persona de gran valía y para su familia. Es un ser que admiro por su gran capacidad de amar, de sentir y sobre todo de perseverar. Es una cuatita que a sus 20 años ha logrado grandes cosas y no me refiero sólo a viajes y cosas materiales, sino a una madurez impresionante y una entrega excepcional. Lo principal: su perseverancia. Su gasolina: la familia. Su motor: Dios.

De las personas que más admiro en la vida. Ella se abrió paso en otro lugar, en un país diferente, se abrió paso para trabajar, juntar su propio dinero y sí, juntar experiencia/experiencias. A pesar de que no tenía bien definida su vocación, decidió que emprender un viaje para trabajar como au pair sería una opción buena para no estar como tantos ninis que existen (cifra que sería excelente que el INEGI actualizara). Decidió que trabajar por su cuenta le ayudaría a descubrir su vocación, decidió que al ponerse al servicio de otros encontraría cómo servir realmente el resto de su vida. Decidió que juntando dinero podría ayudar a pagarse su futura carrera profesional. Decidió que así ayudaría a sus padres, mis padres. Sin darse cuenta, nos dio una gran lección a mis papás, hermanos, tíos, primos, amigos y a mí, su hermana mayor.

Meses antes de terminar la prepa comenzó a “juntar” las horas de experiencia que le pedían en la agencia, meses antes comenzó a prepararse para reforzar el inglés, meses antes comenzó a prepararse psicológicamente para una aventura que traería muchas cosas desconocidas: vivir sin papás, ganar su propio dinero, administrar su tiempo y actividades más allá de escuela, tareas y amigos, ahora tendría que cuidar a unos niños ajenos, niños con una cultura diferente, niños no acostumbrados a ella y en general, como diría la canción de “extranjera” de Claudia Prieto: “..una cara nueva, un acento raro y un montón de cuentos que no han empezado..”. Fue su motivación, no su freno.

¿Por qué debo aprender de ella? Porque se fijó una meta, trazó un plan y logró pequeños objetivos que le ayudarían a construir el resultado esperado. Anticipó todo lo anticipable. Estando ya en otro lugar, acogió todo lo inesperado, le encontró lo positivo y siguió adelante. Su meta no cambió, si acaso los medios.

Para mí es claro ejemplo de liderazgo transformador, que como diría Sampieri, reúne habilidades cognitivas de un líder pensante, las comunicativas de un líder dialogante, las emocionales de un líder sensible y las integradoras de uno integral. Me quedó claro cuando mi mamá con lágrimas de emoción nos compartía a mi hermano mayor y a mí que cuando conoció a la gente con la que mi hermana convivió durante un año, sólo le daba buenas referencias de ella, de su bondad, de su ternura, de su empeño, de su compromiso, de su pasión. Y a mi mamá la felicitaban por su buen trabajo como madre, enviando felicitaciones también para mi papá, pues sin él, no habría sido lo mismo.

Pasión es lo que motiva a uno, pasión por lo que haces, pasión por compartir lo que haces gustoso y esa pasión se traduce en perseverancia y en un plan para llevarse a cabo. Pasión y perseverancia, ingredientes esenciales de los sueños.

Te amo hermana, gracias por tu ejemplo. De perseverancia te debo aprender.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Reflexiones de España 2022.

Las ventajas de bajar la guardia.

¿Dónde están sus padres?