MI PRIMERA CLASE DE CANTO

Photo by Skitterphoto from Pexels


Estoy terminando mi primera clase de canto y he de confesar que exploto de emociones, de todo tipo, te voy a contar porqué.
De toda la vida, me recuerdo cantando o tarareando algo, que si el comercial de la tele, los cantos de misa, canciones de Perales, Montaner, Sanz, entre otros; incluso recuerdo aquella grabadora de “juguete” de mi hermana, que en algún momento utilizaron mis hermanos para grabarme en el baño -a modo de broma- con “hay algunos que dicen…que todos los caminos conduceeen a Roma…y es verdad porque el mío…” y yo le continuaba con algo tipo “conoce al burro que se asoma”, me gusta cantar, pero no me sé todas las letras y siempre le invento jaja. Entonces, convertir un sueño en algo formal, me emociona y me llena.  
Al escuchar a mi nuevo maestro de canto -quien es muy cool- decirme “Eres afinada, con eso se facilita” y que luego me escriba “Y qué emoción darte clases, vas a hacer cosas muy chidas. Tienes una muy buena voz para trabajar” me garantiza que mis sueños no son solo guajiros, sino que sí tengo el talento, lo necesario y lo puedo mejorar. Me da seguridad.
Al ver en clase que la voz es un instrumento musical, que además refleja la personalidad de cada quien y por lo mismo permite conocer a la persona y su esencia, lo que trae consigo que…descubro no es casualidad que en este momento de mi vida esté optando por algo que tanto me apasiona. La semana pasada cumplí un año de asistir a terapia psicológica, algo que no me da pena mencionar porque soy testigo de los beneficios que trae el trabajar en uno mismo: autoconocimiento para saber tus límites, reconocer tus miedos, pero sobre todo descubrir tus potenciales y tu capacidad de amar -te…y a los demás también-, por lo que de jalón te llevas tus relaciones personales, las vas mejorando porque tú mejoras. Así que al sentirme “TAN YO” “TAN MARÍA JOSÉ” al reconocerme única y velando no solo por los demás, sino también por mí, comienzo a retomar cosas que me son importantes. El buscar las clases de canto están siendo un reflejo de mi autoconfianza, me siento realizada.
Al notar que tengo incluso más trabajo, por el nuevo puesto -lo cual me ha fortalecido mucho- y me lleva a buscar, investigar, preguntar, conocer, aprender y trabajar más, pero que aun con eso me estoy haciendo un espacio para mí, me hace notar mi madurez y mi aprecio a mí misma. Me siento empoderada, dueña de mi tiempo, capaz de ajustarlo a lo necesario, pues he aprendido a trabajar enfocada en los objetivos. Trabajo -si Dios quiere- siempre habrá, ¿pero y yo?, yo me estoy haciendo tiempo para mí. Me asombro.
Y bueno, al compartir este logro con mi novio, mis papás, mis hermanos, mi roomie y mis amigos, no tengo más que gratitud. Gratitud con ellos por emocionarse también por mi y mis proyectos. Gratitud por tenerlos a ellos. Gratitud porque soy muy afortunada: no cualquiera tiene el tiempo y el recurso para invertir en un gusto. Gratitud por mi crecimiento personal y profesional que va ligado. Gratitud con Dios por el don del canto -sí se vale cacarear jajaja-. Gratitud por mi vida y lo que me ha traído hasta aquí. Gratitud por retomar la escritura con algo tan mío que quiero también compartir a los demás.
¿Tú qué estás haciendo por ti? ¿Cuándo retomarás algo que te apasione? O si ya lo haces, ¿cómo seguirlo mejorando?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Reflexiones de España 2022.

Las ventajas de bajar la guardia.

¿Dónde están sus padres?