¿Cómo mides tu proceso?




Estos últimos días, el trabajo de oficina ha sido un poco diferente. Venía de la nueva costumbre del home office y el llevar proyectos a distancia desde casa, pero por consecuencias de la pandemia, en mi trabajo estamos haciendo mudanza, pues toca cambio de oficinas, lo cual, literal me trae molida, el esfuerzo físico ha sido diferente y por invertir tiempo en esta nueva actividad, claramente se ha visto reducido mi tiempo para los proyectos que requieren mi atención, mi proyecto personal y claro está, ¡el tema del ejercicio que venía trabajando!

Esto último ha significado cierto ruido en mi avance físico, pues mi cuerpo comienza a cobrar factura, ya lo noto. He vuelto a mis antiguos hábitos de no hacer ejercicio y además mal comer, así que no me siento muy a gusto.

Cuando nos decidimos a cumplir una meta, comúnmente iniciamos con toda la energía y el ánimo a tope, comenzamos a fijar fechas, horarios y métricas de evaluación -sobre todo si seguimos las metas SMART- y es muy fácil estar involucrados con el objetivo, te haces los espacios necesarios y vamos trabajando la disciplina; pero, ¿qué pasa cuando hay algo que te rompe el camino o el avance que traías?

Tienes de dos: 1) enojarte, frustrarte y no saber para dónde moverte o 2) aceptar el hecho de que es algo ajeno a ti y que tendrás que implementarlo en la nueva rutina. Me suena un poco a la frase de que “ante la crisis hay dos tipos de personas: las que se ponen a llorar y las que venden pañuelos”, con lo que agrego una tercera opción a estas posibles soluciones ante algo que te cambia el panorama: sacar provecho de la situación.

Esta cuarentena, sin duda, nos ha puesto a todos a prueba para ver qué recursos tenemos y movernos para salir adelante, y no hablo solo de recursos económicos, sino de recursos personales principalmente. En mi círculo de amistades y seres cercanos me ha tocado ver a quienes ante la pérdida de empleo o disminución de sueldo, se han quejado y solo han “despotricado”; hay quienes han ajustado su CV y comenzado la búsqueda de un nuevo empleo y finalmente quienes han optado por emprender con productos, como vender algo hecho a mano, desde comidas y postres, hasta sombreros; o quienes empezaron a comercializar sus servicios, sea de acompañamiento humano o de clases, cuidado de niños, entre otros. A estos últimos, los admiro y respeto aún más.

HISTORIAS QUE INSPIRAN

Te voy a contar la historia de Chavita. Chavita es el hijo de una amiga de la secundaria. Chavita tiene 8 años y además tiene a unos papás muy chingones que se han encargado de enseñarle la tercera opción de enfrentar las crisis: sacando algo de valor de la situación. Chavita al ver a sus papás emprender -parafraseando un poco- dijo: “no me puedo quedar atrás, yo también quiero hacer algo” y platicando con sus papás, encontraron que el vender galletas de chispas de chocolate, sería algo redituable con lo que él aprendería a atender y entender un negocio. Su mamá en la semana se dedica a los productos que junto con su esposo producen; pero los sábados entregan las Chavi-Galletas, de las cuales levantan pedido en la semana.

Hace unos días, me enteré de otro dato: resulta que Chavita, al iniciar su negocio, tenía en mente otra idea: ¡una casa del árbol! Al ver que salía más fácil tener un árbol y después construir su casa encima, optó por buscar opciones de dónde plantar ese árbol: un terreno. Hace poco, su mamá publicó una foto de Chavita con el contrato de su terreno recién comprado con sus ahorros, los ingresos de las Chavi-Galletas y la administración de sus papás ¿no es fascinante? De su sueño de tener una casa del árbol, más el deseo de también hacer algo en casa -al igual que sus papás- y aprovechar la oportunidad cuarentenística, ¡está construyendo su futuro! 

Chavita me inspira y me puso a pensar en diversas conclusiones y además a pensar qué estoy haciendo yo con mis propias metas. Te comparto algunos puntos:
  • Siempre hay opciones para sacar provecho de una situación, el chiste es moverse.
  • Como decíamos en el artículo “De sueños elegantes a metas alcanzables”, un sueño necesita de pasos para convertirse en una meta.
  • Una meta es más alcanzable cuando estás acompañado.
  • Yo puedo aprender mucho de Chavita, al tomar su ejemplo y no quedarme estancada con lo mínimo.
  • Sin duda, la experiencia que se tiene desde casa, traza gran parte del crecimiento personal.
  • Los procesos de cada quien, son diferentes. 


LO QUE ME LLEVO

Con esto, me sigo esforzando por cumplir cabalmente con los proyectos del trabajo, a seguirme formando para que DESVELA se posicione y además transmita de mejor manera lo invaluable de ser nosotros mismos y por último, buscar otras formas de implementar el ejercicio en casa.

Comencé platicándote que me está costando hacer ejercicio estos últimos días con el desajuste de horarios y demás; deja concluyo la historia. Como se complica un poco el retomar el ejercicio, con todo el empacado y la mudanza de oficina, trato de aprovecharlo para ejercitarme un poco, camino lo más posible y mínimo saco “el fua” o la energía que haría con el ejercicio al estar moviendo y cargando cosas. Lo estoy disfrutando.

Ciertamente no es EL EJERCICIO al que venía acostumbrada, pero estoy buscando implementarlo en mi rutina para no dejarlo tanto de lado. El crecimiento personal y el alcance de metas no es algo lineal, generalmente son subidas y bajadas, a veces más profundas, que elevadas; el chiste es salir de ahí y continuar, perseverar, retomarlo cuantas veces sea necesario y seguir, seguir, seguir.

Por último, te comparto una última reflexión de estos días y diversas pláticas: cuando tendemos a movernos por el perfeccionismo, el creer que los procesos son lineales, y este auto-juicio del deber ser con frases como: “pero si ya empecé, no debo dejarlo”. Si te preguntas “¿qué estoy haciendo? O ¿qué me falta hacer?”, la respuesta suele quedarse muy corta con “no lo estoy haciendo” y volvemos al ciclo vicioso del perfeccionismo absurdo; en cambio si preguntamos ¿estoy satisfecha con lo que estoy haciendo con cómo me encuentro en este momento? La respuesta puede variar y darnos un punto de vista más amplio.

Al preguntarme ¿estoy haciendo ejercicio? Mi respuesta es no. Si me pregunto ¿estoy satisfecha con la actividad física que estoy haciendo ahora? Mi respuesta es SÍ.

¿Tú, qué quieres evaluar respecto tu satisfacción?
¿Qué tipo de medición es más satisfactoria o incluso humana?

Nos leemos el miércoles siguiente.


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